¿Qué te dice tu voz crítica?
¡Haz este experimento conmigo! Para llevarlo a cabo solo tienes que contestar mentalmente a las siguientes preguntas:
- ¿Tienes una voz crítica interior? Si es la respuesta es sí ¿qué te dice cuando cometes un error o cuando algo no te sale como habías planeado?
- Si uno de tus mejores amigos cometiera un error y te hablase de ello ¿qué le dirías?
- ¿Qué crees que pasaría si te hablases a ti mismo como hablas a tu amigo?
- ¿En qué crees que cambiaría el mundo si todos tuviésemos un poco más de compasión por nosotros mismos?
*Si te cansas de leer, antes de irte, te invito a que bajes al final de la entrada donde te he dejado una meditación muy sencilla pero efectiva ¡de regalo! Este ejercicio está inspirado en algunas prácticas recomendadas por Paul Gilbert en este magnífico librito de ejercicios.
Históricamente el término auto-compasión ha estado ligado a sentir pena por uno mismo, o incluso tendemos a pensar que ser auto-compasivo nos hace débiles. Sin embargo, saber redirigir la auto-crítica hacia una modalidad más constructiva, no nos convierte sino en más fuertes y mucho más resolutivos.
**Los vídeos que aparecen en esta publicación tienen disponible la opción de subtítulos en español. Para activarlos pincha en la rueda/engranaje que se encuentra en la esquina inferior derecha del vídeo, haz click en «subtitles» y selecciona el idioma «Spanish».
Los dos nombres más sonados en las investigaciones llevadas a cabo en este campo son el de Kristin Neff (podéis ver un vídeo suyo un poco más abajo), psicóloga, profesora e investigadora en la universidad de Texas (EEUU) y Paul Gilbert (UK) creador de la Terapia Enfocada en la Compasión, cuya aproximación recae dentro de la tercera ola de la aproximación cognitivo-conductual.
El entrenamiento de una mente compasiva está basado en dos puntos fundamentales:
- El primero es aceptar que nuestro cerebro ha evolucionado durante miles de años y que los retos a los que se enfrenta en la actualidad son muy diferentes a aquellos con los que originalmente tenía que lidiar. Por lo tanto, es importante que seamos conscientes de que el funcionamiento de nuestra mente no es simple y que, como decía el vídeo anterior, no hemos tenido la oportunidad el modo en el que nuestra mente funciona.
- Esta herramienta nos enseña como tenemos tres sistemas emocionales-motivacionales y la importancia de saber establecer un correcto equilibrio entre ellos: el primero nos muestra el posible lado negativo de las cosas y las amenazas que estas conllevan, es el sistema pasivo; el segundo es el de las emociones positivas dinámicas, la alegría, el placer, la emoción o el éxito, es activo; y en tercer lugar tenemos el sistema de las emociones positivas de clama, a él se atribuyen los sentimientos de seguridad, conexión, o satisfacción.
Sin duda, cuando tratamos de comprender estos tres sistemas, una de las claves es entender que todos ellos son importantes y cumplen su función. El tercer sistema (correspondiente al circulo verde) no lucha contra las emociones negativas para eliminarlas. Las acepta como parte del individuo, examina su utilidad y trata de ponerlas en perspectiva buscando la superación de la dificultad.
Algunas de las pegas más frecuentes que se ponen a estas prácticas son ¿y si no merezco la compasión? ¿y si soy demasiado blando o permisivo conmigo mismo y eso me lleva a no conseguir mis objetivos?
El objetivo de la autocompasión es luchar contra los sentimientos de sufrimiento, no lidiar con nuestros actos en sí mismos, sino con las emociones negativas que en ocasiones surgen como consecuencia de ellos. Imaginemos el caso de un asesino (como ejemplo de alguien que podría no merecer compasión). Esta persona merecerá compasión si tiene un sentimiento de sufrimiento como consecuencia de su acto, independientemente de su culpabilidad. Es humano sentir compasión si nos esforzamos por intentar comprender qué ha llevado a esa persona a cometer ese acto y empatizar con su sufrimiento. Sin embargo, cuando el acto se ha cometido pero no hay sufrimiento como consecuencia, esta persona no necesitará de la compasión ¿queda así un poco más claro? Puede que me haya saltado mi rutina de ejercicio de la semana, no haya ido a ver a esa amiga que necesitaba ayuda. Si no sufro por ello, no necesito de la compasión, sin embargo, si me siento mal y me fustigo emocionalmente, quizá no estaría de mal pensar en que todos comentemos errores y que la próxima vez trataré de hacerlo mejor. No es darme permiso para no cumplir, es admitir que somos humanos y por lo tanto en ocasiones fallamos. parte de verdad y mediante la compasión decide que asumir como inevitables los inconvenientes y las dificultades, sin dejar que estos nos lleven a la inactividad.
Es difícil, pero muy útil. Cuando me sale algo mal, lo primero que me viene a la mente es pensar «a lo mejor es que no puedes», «estás siendo una soñadora, eso no es para ti». Sin embargo, poco a poco con la práctica he ido cambiando esos mensajes por los que le daría a mi mejor amiga y visualizar la conversación me ayuda «no te preocupes, los pequeños baches son parte del proceso», «es normal que tengas miedo y cometas errores, incluso a las personas exitosas les pasa»… Y estos mensajes, me ayudan a reafirmarme y a tener más confianza en mí misma. Por favor, explícame, ¿por qué tratarías mejor a un a un amigo que a ti mismo?
Para acabar con este artículo, os propongo hacer conmigo un breve, pero súper efectivo, ejercicio de meditación:
Imagina que caminas por la calle y ves a tu yo compasivo. En primer lugar, imagina como tu yo compasivo posee la sabiduría necesaria para asumir que nuestras mentes son complejas, que no hemos elegido que sean así y que en ocasiones nos juegan malas pasadas. En segundo lugar, nota como tu yo compasivo tiene fortaleza y coraje, nota su postura, está asentado y puede tolerar situaciones de estrés. Nota en tu cuerpo cómo se siente tener coraje. ¿Cuál es tu postura corporal? ¿Cómo te enfrentas al mundo? Finalmente, siente la cualidad del cuidar de los demás, un sentimiento natural de ser amable, empático y un apoyo para el mundo. Imagínate cómo es tener estas cualidades y cómo te sientes al respecto; imagínate la postura de tu yo compasivo, la expresión de su rostro y el tono de su voz.
Ahora, manteniéndote en la imagen de tu yo compasivo, imagina que caminas por la calle viendo el mundo a través de sus ojos. Tienes la profunda intención de ser sensible al sufrimiento y el deseo de intentar ser de apoyo y alivio frente a la angustia. Trata de imaginarlo de la forma más vívida posible, cómo caminas, cuál es la expresión de tu rostro, tus sensaciones corporales, el tono de tu voz. Ahora imagina, que según caminas ves como se aproxima frente a ti la imagen de tu yo normal, la versión de ti mismo que está en el mundo presente, en el día a día. Desde tu yo compasivo, observa a esa versión de ti mismo, desde la amabilidad, desde un profundo sentimiento motivado por el cuidado. Tienes un profundo deseo de que esa versión encuentre felicidad y confort.
Dedica unos momentos a visualizar esta imagen. Desde tu yo compasivo trata de observar y conectar con tu yo del presente; desde el entendimiento y la aceptación de que el mundo puede ser difícil y estresante a veces y de que esta versión de ti está manejando la situación lo mejor que puede. Intenta empatizar con esta versión de ti durante unos momentos. Asumiendo tu profunda intención de ser comprensivo y amable, imagina que diría tu yo compasivo en este momento, qué palabras usaría. Quizá quieras probar a decir estas palabras desde el cariño y la amabilidad: espero que estés bien, espero que seas feliz, espero que encuentres la fuerza y el coraje para tolerar lo que te pase.
Espero que os haya resultado interesante y sobre todo útil esta entrada. Os animo a que pongáis en práctica estas ideas y me comentéis los resultados. Si de primeras sois un poco escépticos, pensad que no perdéis nada por probar 😉
¡Un abrazo y feliz semana!