Cuando aún no se ha realizado ningún acercamiento a ninguna práctica relacionada con el Mindfulness lo único que ronda por nuestra cabeza son miles de preguntas y en ocasiones cierta desconfianza; pero…¿qué es el Mindfulness y por qué todo el mundo habla de él? ¿es una moda? ¿es algo nuevo? ¿de verdad funciona?
Hoy quiero contaros un poquito mis averiguaciones y experiencias personales. Lo primero de todo, como siempre es definir este concepto, ¿qué es el Mindfulness? En un intento de ser objetiva he tratado de buscar la definición en la Rae, pero este término aún no ha sido incluido por los académicos, así que vamos a ver qué dice la contrastada información de Wikipedia:
El mindfulness o la atención plena como concepto psicológico es la concentración de la atención y la conciencia, basado en el concepto de mindfulness o conciencia plena de la meditación budista. Se ha popularizado en Occidente gracias a Jon Kabat-Zinn. A pesar de encontrarse sus raíces en el budismo, el mindfulness se enseña desprovisto de cualquier componente o terminología oriental y religiosa.
El mindfulness moderno está basado en la meditación Vipassana, una antigua técnica de meditación de la India que consiste en «tomar conciencia del momento presente», «tomar conciencia de la realidad» , «vivir el momento» . (…)
Consiste en prestar atención, momento a momento, a pensamientos, emociones, sensaciones corporales y al ambiente circundante, aceptándolos, es decir, sin juzgar si son correctos o no. La atención se enfoca en lo que se percibe, sin dar pie a rumiación, definida esta última como la preocupación excesiva por los problemas y sus posibles causas y consecuencias, en vez de estar dirigida a buscar soluciones.
La verdad es que en mi opinión esta definición es bastante acertada. Desde mi experiencia el Mindfulness se basa en tratar de hacernos un poco más conscientes de las experiencias que vivimos, de desconectar el piloto automático. El piloto automático es útil en muchas ocasiones, nos permite mecanizar tareas como conducir, escribir, prepararnos por las mañanas… sin tener que pensar uno por uno en cuál es el siguiente paso a realizar. Sin embargo, en algunas ocasiones esta mecanización nos lleva a no tener plena conciencia ni disfrutar al 100% de algunos otros momentos en los que probablemente sí nos gustaría tener una mayor implicación ya sea intelectual, emocional o puramente sensorial. ¿No os ha pasado alguna vez que tras comer algo delicioso delante de la tele o el móvil os dais cuenta que a penas os habéis enterado de la satisfacción que os producía al paladar?
Pues del mismo modo nos sucede cuando en ocasiones un suceso nos genera sensaciones negativas y no somos capaces de gestionarlo. A menudo esto sucede por no ser consciente de cuáles son los pensamientos o creencias, creadas por nuestra mente a partir de ese suceso, que dan lugar a esos sentimientos y sensaciones. Esta vertiente del Mindfullness, basada en las teorías psicológicas de la Terapia cognitivo-conductual, nos explica como nuestras emociones provienen de nuestros pensamientos y no están directamente ligadas a los hechos. Sólo siendo plenamente conscientes de lo que circula por nuestra mente seremos capaces de redirigir lo que pensamos de forma consciente.
Eso responde al qué pero qué hay del ¿cómo? Seguro que todos hemos oído hablar de la meditación. Si es así pero nunca la has practicado es posible que tengas muchas dudas al respecto e incluso te sientas algo escéptico, yo también me sentía así. Yo puedo intentar explicarte un poco en qué consiste, pero te garantizo que hasta que no hagas la práctica por ti mismo, cualquier cosa que leas poco te ayudará a hacerte una idea. Las meditaciones (que pueden ser o no guiadas, aunque lo más usual es comenzar con guía) son ejercicios en los que intentamos conducir a la mente de forma consciente para que se concentre en determinadas sensaciones, emociones o estados tratando de guiarla de forma consciente a que esté donde nosotros queremos. La meditación no es tratar de dejar la mente en blanco. Sin embargo, como podéis imaginar este ejercicio no tiene nada de fácil. La mente tiende a escaparse y deambular por donde quiere sin que nos demos cuenta; es aquí donde radica la importancia del ejercicio, ya que nuestra labor, lejos de culparnos o preocuparnos por ello, es simplemente ser conscientes de ello y reconducirla de nuevo a donde queremos que esté.
¿Y cuál es el resultado? Pues bien, probablemente para cada persona es diferente. Pero se supone que mediante este ejercicio ayudamos a trazar nuevas interconexiones en el cerebro que con la práctica cada vez se hacen más robustas y nos ayudan a ser capaces de actuar de forma consciente en nuestro día a día. Muchas veces nos enfrentamos a situaciones conflictivas y reaccionamos de forma impulsiva; o quizá nos ponemos de muy mal humor por cosas que nos suceden a las que si mirásemos con un poco más de perspectiva daríamos muy poca importancia. El Mindfulness, la meditación, además nos ayuda a ser capaces de observar pasar nuestros pensamientos por la mente, desde fuera, y sobre todo tomar consciencia de que los pensamientos no son hechos. Para mí esto ha sido la mayor revelación, darte cuenta de que mis pensamientos, mi forma de interpretar el mundo no tiene por qué casar en absoluto con la realidad. Le quita muchísimo peso a lo que pienso y me ha ayudado a relativizar y a no ser tan tremendista.
Por último quiero contaros cuál ha sido mi forma de acercarme a este mundo. Yo he hecho un curso de Minfulness en ocho semanas (este es un programa muy famoso conocido a nivel mundial creado por Jon Kabat-Zinn). En él tenía una sesión presencial de una hora y media en la que realizábamos distintas meditaciones y se explicaban un poco los fundamentos y las sensaciones al poner los ejercicios en práctica. Desde el día uno es importante la práctica diaria, es como realmente se ven los resultados y se nota muchísimo. Como decía arriba, yo al principio era un poco escéptica, estaba bastante segura de de algún modo me serviría pero no me hacía a la idea del cómo. Hacia al final del curso tuvimos un retiro de medio día en el que tuvimos un silencio prolongado de unas cuantas horas en el que hicimos distintas meditaciones guiadas por nuestro instructor. La verdad es que lo recuerdo con mucho cariño, fue una gran experiencia. Al terminar el curso, estuve unas cuantas semanas sin meditar. La práctica diaria requiere constancia y disciplina y reconozco que me dejé un poco. Sin embargo, en seguida comencé a echarlo de menos y ya he conseguido volver a la cita diaria con mi consciencia.
¿Para quién es el Mindfulness? Desde mi punto de vista, creo que es una práctica de la que todo el mundo obtendría beneficio. Si estás interesado te sugiero que busques algo de información online, seguro que además de mucha información, encuentras algún sitio en tu ciudad donde se realice esta atividad. El libro guía que utilizamos en el curso que yo hice es Mindfulness in eight weeks; no lo he encontrado traducido al español, pero os aseguro que se lee muy bien. Te explica los porqués de cada tipo meditación sugerida como práctica en cada semana y es un gran apoyo, junto con los audios a las meditaciones que podéis encontrar aquí. ( Libros en español he encontrado este y este, pero no he leído ninguno de los dos así que no os puedo decir si son buenos o no, pero supongo que estarán basados en el programa original).
Espero que esta entrada os haya resultado interesante y de utilidad. Me encantará conocer vuestras experiencias, así que dejadme un comentario y contrastamos opiniones.
¡Un abrazo!