Seguro que si te interesa el mundo del desarrollo personal (o quizá alguien sabio te dio una vez este consejo, a mí me lo dio mi madre por primera vez) hayas escuchado aquello de que no te hiere quien quiere sino quien puede, y este poder o no poder hace referencia a quién le permites tú que te hiera.
Todos nos hemos dicho alguna vez a nosotros mismos, que no debería importarnos lo que nos digan los demás, que tenemos que ser y hacer lo que responda a quién somos, a nuestros propios valores sin importarnos si a nuestro entorno le gusta o no. Pero ¿qué pasa cuando alguien se mete con tu estilo de vida o te critica por un cambio que quieres hacer? ¿Por qué nos molesta tanto aunque sepamos a ciencia cierta que eso es lo que queremos?
Como ya te conté en la entrada Lo que tu crítica dice de ti, en muchas ocasiones cuando alguien critica nuestras opciones que son diferentes a las suyas es o bien por cómo les afecta tu cambio o bien porque es una opción distinta a la tuya y parecen sentir la necesidad de justificar el por qué ellos no dan ese paso o por qué piensan distinto a ti. Como ves, rara vez su crítica tiene que ver contigo.
Sin embargo, la mayoría de las veces esto nos sigue doliendo. Si yo le cuento a mi hermana que he decidido hacerme vegana y ella me suelta un “menuda gilipollez” por mucho que yo piense que menosprecia mi opción porque es diferente a la suya (en parte porque es una puerta de debate que no quiere abrir no está interesada, preparada, por lo que sea no es su momento) su reacción, como persona a la que quiero cuya opinión me importa y cuyo apoyo aprecio, me dolerá.
Es aquí donde quería llegar. Hay ocasiones en las que cómo los demás nos traten nos duele, da igual que conozcamos las razones por las que lo hacen; nos gustaría que esos motivos y por lo tanto sus reacciones fuesen diferentes. Es en este momento cuando resulta muy útil ser consciente del poder que ganamos cuando manejamos nuestras expectativas.
Sin duda, la imagen que yo creo de los demás en mi mente, incluyendo no solo cómo creo que son, sino, y especialmente, como quiero o espero que sean, muchas veces nos puede hacer pasar muy malos ratos. Piensa en cuántas veces, cuando alguien te ha dicho algo que te ha sentado mal has pensado “no debería haberme dicho eso”. Es importante que nos demos cuenta de que las personas no tienen porqué responder a los patrones que nosotros tenemos del amigo, el novio, el padre o el vecino ideal. Una vez que asumes esto, te prometo que te sientes liberado.
En lugar de pensar cómo debería comportarse un amigo y enfadarte cada vez que alguno de los tuyos no cumple con esos patrones, decide si tus amigos te gustan lo suficiente tal y como son, valoralos por ello y no les juzgues si no se adaptan a tus expectativas.
Obviamente, como todo, esto no siempre funciona. Habrá veces que alguien a quien aceptes tal y como es, se pase de la raya y tengas que decirle que no te parece bien cómo se han comportado contigo. Pero por regla general, prueba a preguntarte a ti mismo si es justo que impongas tus expectativas a la gente de la que te rodeas. A menudo, le exigimos a los demás aquello que para nosotros es normal dar. Si yo soy muy cariñoso con mi pareja le exijo que él también lo sea; si soy detallista con mis amigos, tiendo a pensar que todos los amigos deben serlo; si soy puntual exijo puntualidad, si no critico a los demás, espero que otros tampoco me critiquen a mí. Pero es que esto, amigo, no funciona así… El hecho de que tú te exijas a ti mismo ciertos comportamientos para con los demás no significa que ellos se los exijan a sí mismos, ni siquiera que debiesen hacerlo (probablemente sí en tu mundo, pero este no existe fuera de ti xD).
¿Entonces? ¿Debemos comulgar con todo? Yo no he dicho eso, jeje. La utilidad de ser conscientes de esto, viene a reafirmar la idea de no dejar que lo que otros hacen, ni siquiera cómo otros reaccionan ante nosotros o las cosas que nos importan, nos haga sentir mal. En primer lugar, es posible que sus críticas poco tengan que ver con nosotros y en segundo lugar puede que estemos proyectando en ellos expectativas inadecuadas.
De este modo, nos liberamos de ese sufrimiento en una grandísima medida. Si aún así piensas que alguien no ha reaccionado como debería porque su relación contigo justifica tus expectativas, deja que pase el tiempo y habla con él o ella, seguro que lo entenderá. Quizá si le preguntas “¿debería rebajar las expectativas que tengo con respecto a nuestra relación para que algo como esto no me sentase mal?” primero aluciflipe y después te diga que no, que quiere que sigas esperando todo el amor de su parte.
Así mismo, también podríamos reflexionar sobre la importancia que tiene el saber manejar las expectativas que otros tienen de nosotros. Pero eso ya lo dejamos para otro rato.
Espero que esta entrada te haya resultado interesante y te haya hecho reflexionar un poquito. Como siempre nos vemos el próximo lunes con un nuevo artículo.
¡Un abrazo fuerte!
Nos leemos
P.d. ¿sabes que ya vamos por el 6º episodio de mi nuevo podcast? Si no lo sabías corre a iVoox o a iTunes y busca El podcast de Marina de Luna. Estoy segurísima de que te va a encantar. En el tratamos de una forma más amena e informal algunos de los temas que tanto nos interesan por aquí. Como siempre, desarrollo personal, filosofía y sostenibilidad ¡No puedes perdértelo!
¡Una situación muy habitual! Muchas gracias por tus interesantes entradas.
Pues sí Ana, mucho más de lo que a priori podría parecer. Muchas gracias a ti por leerme y comentar 🙂
Mucha razón Marina, espero poder razonarlo cuando sienta que alguien me decepciona! Sigue así!
Muchas gracias Úrsula!