Crisis de Valores, sobre coherencia y felicidad - Reinvención profesional, emprendimiento y productividad

Seguro que hoy en día todos hemos oído hablar de la Crisis de Valores en la sociedad actual. Sin embargo ¿qué significa esto exactamente? ¿es verdad? ¿podemos no tener valores? ¿o quizá no ser consecuente con ellos?

En primer lugar, para analizar si esto es cierto o no, debemos aclarar cuál es exactamente el significado de la palabra «valores»:

Determinaciones sociales de los objetos del mundo circundante, que ponen de manifiesto su significación positiva o negativa para el hombre y la sociedad (bien y malbello y feo, que se contienen en los fenómenos de la vida social y la naturaleza). Exteriormente, los valores constituyen las propiedades del objeto o fenómeno, pero no le están dados por la naturaleza, no le son innatos en virtud de la estructura interna del objeto por sí mismo, sino porque este último está incorporado a la esfera del ser social del hombre y se ha convertido en vehículo de las relaciones sociales concretas. Diccionario de filosofía · 1984:439

Es decir los valores no son algo que exista en la naturaleza por sí mismo. Los valores son cualidades que existen en función de cómo estas sirven al ser humano en los distintos ámbitos de su vida; entre otros, existen valores materiales, económicos, políticos, sociales y éticos.

Es por esto que no se puede decir que hay una falta de valores o que alguien no tenga valores, ya que es imposible que para alguien nada en la vida tenga un valor. Sin embargo, desde mi punto de vista, uno de las mayores causas de problemas tanto sociales como personales es cuando se produce un desajuste entre la escala de valores de una persona y su forma de actuar; en lenguaje de andar por casa sería cuando no actuamos de acuerdo con cómo pensamos que deberíamos hacerlo. Este es un problema de lo más común hoy en día y uno de los más tratados en sesiones de coaching. Su causa normalmente se debe a dos motivos fundamentales:

1.Nuestros valores están idealizados y no somos capaces de actuar de acuerdo a los estándares que nos gustaría. Por ejemplo: Lucas es una abanderado de la amistad y cuando le preguntan afirma que este valor está en su orden de prioridades. Sin embargo, en su día a día, se ha convertido en un experto en poner excusas a sus amigos para cancelar planes a última hora, lo que a menudo le acarrea discusiones o situaciones tensas con ellos.

2. Nuestra situación vital ha cambiado y necesitamos replantearnos un reajuste de valores. Ejemplo: Para Sandra su carrera siempre ha sido su máxima prioridad. Sin embargo, hace cuatro meses tuvo un hijo y al tener que incorporarse de nuevo al trabajo tras su baja maternal sufre tremendamente al tener que separarse de su bebé.

En ambos casos la persona sufre debido a que su forma de actuar le resulta incoherente con lo que ella considera que son sus prioridades. En estos casos lo importante es tratar de hacer un ajuste entre ambas esferas ya que esto sin duda nos aportará una increíble sensación de paz interior.

Veamos otros ejemplos frecuentes:

  • Valorar la salud pero no comer sano ni hacer ejercicio.
  • Valorar el medio ambiente pero no hacer todo lo posible por cuidarlo en el día a día (reciclar, reusar, reducir residuos, evitar el uso de plásticos, ahorrar energía y agua, etc.).
  • Valorar a los amigos pero no sacar tiempo para quedar con ellos y pasar tiempo de calidad juntos.
  • Valorar la honestidad pero vivir intentando sacar provecho fraudulento de donde se puede.
  • Valorarse a uno mismo y vivir condenado en un trabajo que no nos hace felices.
  • Valorar a los animales pero no posicionarnos en contra de algunas prácticas nocivas para ellos.
  • Valorar la solidaridad pero finalizar cada año posponiendo poner en acción nuestro granito de arena (donaciones, voluntariado, etc.).

Estos son solo algunos ejemplos que se me vienen a la mente ahora mismo. Quizá leerlos nos haga sentir un poco incómodos, es normal. Yo misma podría decir que en mayor o menos medida caigo en cada uno de ellos. Sin embargo, lo más importante es ser consciente de el desajuste para poder actuar de forma un poquito más consecuente siempre que podamos.

Es muy importante destacar el hecho de que ser coherente y vivir lo más alineado posible con nuestros valores, no significa que vayamos a estar alineados con ellos en el 100% de nuestros actos. Esto en la mayoría de ocasiones es simplemente imposible. Por mucho que valoremos a la familia o a los amigos, surgirán situaciones en las que otras cosas serán prioritarias para nosotros, o en las que tendremos un desliz y nos pongamos a nosotros mismos por delante, o viceversa. Esto puede darse en infinitos ámbitos y tengo intención de ir tratando algunos de ellos en sucesivas entradas.

En el caso de los valores idealizados conviene hacer un análisis de nuestra forma de actuar y replantearnos una de dos, si realmente somos la persona que creemos ser o si nos tenemos que esforzar más en actuar en consecuencia con cómo nos gustaría ser: ajustar los valores o ajustar nuestros actos.

 

 

En el caso de que el desajuste se dé por el cambio de nuestra situación vital, simplemente tendremos que adaptarnos y asumir que puede que las nuevas circunstancias hagan que distintas facetas de nuestra vida adquieran una importancia diferente.

Espero que este tema os haya resultado interesante y que os haya dado un poquito qué pensar. A lo mejor después de esto os  apetece reflexionar un poco acerca de vuestros propios valores.

¡Un abrazo!

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