Hoy es un día para remangarse la camisa. Seguro que a estas alturas de la vida ya has comprobado que el dicho «el que algo quiere algo le cuesta» es más que cierta. Cada vez que nos planteamos algún objetivo, algo importante que queremos conseguir, la motivación siempre va acompañada de dudas ¿seré capaz? es muy difícil, soy débil, no tengo fuerza de voluntad… Y así empezamos el camino hacia el cumplimiento de miles de propósitos que en muchas ocasiones, por desgracia, se quedan en el tintero. Pero la pregunta es ¿POR QUÉ?
Esta no es una pregunta trivial, ni tan siquiera existencial, sino que deberíamos bajarla de las nubes y hacerla lo más práctica posible. Como ya te expliqué en el post 6 Claves para cumplir tus objetivos, una de las partes más importantes es identificar qué es eso que te hace no cumplir tus objetivos y adelantarte a ello, prepararte.
¿Puedes imaginar a un atleta participando en una carrera de obstáculos y acabando con éxito sin ser capaz de ver los obstáculos y prepararse para superarlos por adelantado? Nadie lo espera ¿verdad? Entonces ¿por qué tu crees que tu carrera es distinta?
Si tienes un objetivo, algo muy claro que ansías conseguir, ya sea personal o profesional, haz que la visualización de barreras sea parte de tu plan de acción. Piensa por adelantado qué es lo que normalmente te hace fallar o te ha hecho fallar en otras ocasiones. Sé realista, no te autoengañes, porque entonces no servirá de nada.
Haz una lista de barreras u obstáculos para la consecución de tu objetivo. Imaginate en esa situación (aunque esto te suene a chino, o te parezca etéreo, la visualización, te prometo que es muy poderosa) enfrentándote a esta barrera y piensa en qué vas a hacer para superarla con éxito y así no alejarte de tu objetivo.
Aquí va un ejemplo, que sé que te ayudan: Marta está trabajando desde casa tres días a la semana. Le gusta hacerlo porque le da libertad de fijarse sus propios horarios y desarrollar un proyecto personal en el que hay puesto mucha ilusión. Su objetivo a largo plazo es sacar adelante su proyecto y para ello tiene un objetivo a corto plazo que consiste en seguir su plan de acción y adherirse lo más posible a la planificación cumpliendo con su agenda de tareas. Su mayor barrera es evitar la procrastinación. Una vez identificada esta barrera, Marta decide que cada vez que se encuentre a sí misma «perdiendo el tiempo», respirará hondo tres veces, será amable consigo misma y pensará «todo está bien, solo vuelve a trabajar» y volverá a centrarse en la tarea que tenía programada. Además, tiene como segunda estrategia ponerse bloques de trabajo que no superen las dos horas y Google Calendar le hará recordatorios para cambiar de tarea. Marta sabe que darse plazos cortos de tiempo para acabar tareas hace que sea mucho más productiva.
Como podéis ver en el ejemplo, tras establecer cuál es el objetivo, algo que es primordial, hemos visto como Marta identificaba su obstáculo para cumplir con su objetivo y visualizaba como superarlo, trazando estrategias que le ayuden a superar el obstáculo.
Si no pensamos en estas barreras de forma estratégica, cuando aparezcan solo podremos luchar con ellas usando nuestra motivación o fuerza de voluntad, y es ahí cuando estamos desarmados. Es ahí cuando nos quejamos y pensamos, «»no lo consigo, no tengo fuerza de voluntad suficiente». ¡Claro que no! La mayoría no la tenemos, por eso tienes que pensar en qué puedes hacer para compensar esos momentos en los que la motivación no es suficiente.
Otros ejemplos:
Quiero hacer más ejercicio pero siempre encuentro una excusa para saltarme el gimnasio.
Quiero dormir más horas pero no consigo irme antes a la cama.
Me gustaría cambiar de trabajo pero no sé cómo hacerlo.
Quisiera comer mejor pero no tengo tiempo para cocinar.
Me encantaría tener un blog pero soy muy torpe con la tecnología.
¿Te resulta familiar alguno de estos ejemplos? ¿Ves el pero que hay en la segunda parte de cada deseo? Ahí está la barrera acompañando al objetivo. Siempre hay que intentar ir un poco más allá e intentar desmantelar las creencias limitantes que hay detrás de algunos de esos «peros». Cuando no haces algo nunca es «porque no tengo tiempo». Lo que haces con tu tiempo depende de tus prioridades, si no tienes tiempo para ello es simplemente porque no lo estás priorizando. Pero bueno, eso daría para otra lección entera, simplemente repetir lo que ya he dicho antes, es imprescindible que seais totalmente honestos con vosotros mismos a la hora de identificar qué es lo que os está frenando para así poder superarlo y avanzar.
Espero como siempre que esta entrada os haya resultado de utilidad, sobre todo si estáis ya pensando en elaborar una pequeña lista de propósitos para 2019.
Os mando como siempre un fuerte abrazo.
¡Nos leemos!

Jajajaja. Me río por no llorar. En este momento mi problema es justamente el contrario a la procrastinación. Me gustaría empezar una formación determinada y por problemas técnicos no puedo acceder a ella. Siento que estoy desperdiciando un tiempo precioso por culpa de circunstancias ajenas a mi. Y eso me frustra un poco, la verdad…
Seguro que pronto se arreglará. Sobre eso, lo mejor que podemos hacer es intentar no frustrarnos por cosas que no dependen de nosotros, ya que esa frustración ni arregla la situación ni nos hace sentir bien, aunque a veces es inevitable… Espero que se resuelva pronto ¡Un abrazo!
El miedo al fracaso es muy poderoso así que, en mi opinión, si eres capaz de visualizar las barreras y cómo poder superarlas tienes medio camino hecho. Para mi, es este el punto en el que me cuesta colocarme.
A la hora de trabajar por un objetivo, e igual que en el ejemplo que pones, también me va muy bien marcarme franjas horarias para realizar la tarea en cuestión. Cuando no lo hago voy más perdida y me cuesta más centrarme en lo que estoy haciendo.
Un saludo!!
Totalmente de acuerdo Ana, la palabra fracaso nos aterra. Creo que en muchas ocasiones porque pensamos en ella como un todo o nada, como si no tuviésemos posibilidad de redirección. ¡Un abrazo!